lunes, 17 de febrero de 2014

Armas químicas de la Primera Guerra Mundial

Hemos empezado a hablar en clase de la Primera Guerra Mundial y he encontrado información sobre las armas químicas que se utilizaron en ella.
Las Armas químicas son armas que utilizan las propiedades tóxicas de sustancias químicas para matar, herir o incapacitar al enemigo y están consideradas como armas de destrucción masiva por la Organización de las Naciones Unidas.
Las armas químicas han sido usadas en muchas partes del mundo durante cientos de años pero la moderna guerra química empezó con la Primera Guerra Mundial. Inicialmente solo se utilizaban conocidos productos químicos como el cloro y el gas fosgeno.
El primer país en usar estas armas en la Guerra Mundial fue Francia con el empleo de granadas rellenas de gas lacrimógeno (bromuro de xililo) en agosto de 1914. Posteriormente el Imperio Alemán respondió perfeccionando la técnica e iniciando el uso a gran escala de gases letales por ambos bandos. Al principio solo se abrían los recipientes de cloro dejando que el viento los transportara a las filas enemigas pero poco después los franceses modificaron su munición de artillería para que pudiera contener fosfógenos.

Dispersión de gas tóxico durante la Primera Guerra Mundial.


El primer gas letal que se utilizó fue el cloro aunque era ineficiente como arma, producía una nube verdosa fácil de ver y con un fuerte olor, facilitando su detección. Además era soluble en agua por lo que tapándose la nariz y la boca con un paño húmedo reducían el efecto del gas.
Las deficiencias del cloro quedaron superadas con la introducción del fosgeno, utilizado inicialmente por los franceses bajo la dirección del químico francés Victor Grignard en 1915. Poco después los alemanes lo añadieron al cloro para aumentar su toxicidad. El fosgeno era un agente letal muy potente pero tenía una desventaja, los síntomas derivados de su exposición no aparecían hasta 24 horas después por tanto las víctimas podían seguir combatiendo en un principio aunque estuvieran incapacitadas al día siguiente.
Por último en 1917 se desarrolló el gas mostaza, conocido por los británicos como HS (o Hun Stuff), que no pretendía ser un gas mortal aunque lo era en altas dósis, si no que estaba diseñado para incapacitar al enemigo y contaminar el campo de batalla. Se disparaba dentro de proyectiles de artillería. El principal síntoma de la exposición al gas mostaza es la abrasión de la piel y la formación de ampollas, también podía causar problemas respiratorios y dolor.

                                                       Un soldado de la I Guerra Mundial con quemaduras por gas mostaza.

María Teresa Sánchez-Medina Cortés 1ºA Bach.

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